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BLOND AMBITION TOUR

30 aniversario

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Lo recuerdo perfecto: Madonna, una cabina de teléfono, y de repente, caos. Iggy Pop, Notorious B.I.G y más se van acumulando en este espacio en medio del desierto, “Hung Up” del álbum “Confessions on a Dance Floor” -el mejor de la carrera del icono pop a mi consideración- suena de fondo, y de repente, el Motorola ROKR con iTunes. En la era del mp3, el iPod y dispositivos de gran capacidad de almacenaje, el histrión llegaba a la cima de su carrera, yo vivía en ese momento en Querétaro como un nerd amante exclusivo de la música clásica, pero ese comercial y ese beat me cambiaron todo: había conocido a Dios… y era mujer.

Después de esta introducción, por supuesto queda claro que soy más que admirador de la reina del pop: Madonna. 40 años de carrera, 14 álbumes de estudio y 11 giras de conciertos. Me falta cantidad de actividades en su CV por enunciar, pero me detengo en las giras porque el análisis de hoy nos atañe en este rubro.

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El pasado 13 de abril se cumplieron 30 años de la tercera gira en la carrera de Madonna, el “Blond Ambition Tour”, cuyo objetivo fue la promoción de dos de sus álbumes; “Like a Prayer” y “I´m Breathless” (soundtrack de la cinta “Dick Tracy”). Con 57 fechas por Asía, América y Europa en conjunto, en 1990 la cantante cambió la experiencia pop en vivo -y probablemente de todos los géneros- para siempre.

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El tour, disponible gracias a YouTube, en diferentes sedes, formatos y calidades, nos va llevando por 4 actos: el primero, una Madonna andrógina en su propia versión de “Metrópolis” de Fritz Lang, arranca exclamando/preguntando al mundo si creen en el amor, porque ella tiene algo que decir al respecto, es así que explota la euforia en la audiencia con una Madonna energética a sus 32 años, con su ya icónico corsé de picos -eternamente agradecidos con Jean Paul Gaultier, el diseñador- y rodeado de una horda de sexys bailarines, el 97% gays. El segundo acto, nos lleva al simbolismo católico, explorando temas como la masturbación, el aborto, la homosexualidad y más. El tercero, nos lleva al lado cabaretero y cursi de Madonna, basado en el burlesque. Finalmente, el cuarto, nos sumergimos al underground gay del Vogue neoyorquino y la reinterpretación de la cinta “Cabaret” de Bob Fosse. Nota: No revelo el setlist porque es arruinar la experiencia en vivo, hay que vivirla sin saber qué va a cantar.

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Criticada en su momento por la alta carga erótica y sexual del show, hubo incluso intentos por parte de la iglesia católica de vedar el espectáculo, hoy en día no se puede negar, ni dejar de celebrar y aplaudir, su tremenda relevancia. Madonna dotó a los conciertos de ser la prueba de fuego, sobre todo para los artistas pop, para probar quién es una verdadera estrella en el escenario y su influencia musical. 30 años después su legado es innegable.

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Hoy podemos ir a shows de Britney Spears, especulada sucesora en su momento, Christina Aguilera, Lady Gaga, Ariana Grande, Taylor Swift, Beyoncé, Katy Perry… la lista es infinita. Y de alguna u otra forma todas siguen la estructura narrativa de cuatro actos, cambio de vestuario y storytelling por medio de sus canciones, aprovechándolas como plataforma para su pensamiento ideológico político, social y artístico.

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Para escribir esta pieza, y con mucho gusto por supuesto, reviví el concierto de Madonna, hoy podría verse un poco Kitsch o Vintage para ciertos gustos, pero la realidad es que es un espectáculo que aún con el paso del tiempo, no deja de ser sorpresivo el impresionante manejo de los cambios de escenario, vestuario y narrativa. Pero, ante todo, la artista, en este caso el centro de atención: Madonna. Su energía en ese momento era insuperable, y miren que su consolidación vino con el “Confessions Tour” otro referente, pero que dejaremos para otra edición; sin embargo, aquí Madonna gozaba de la juventud, su estatus, la energía, la vitalidad y su físico, todo eso arropado en una producción que para la época fue rompe esquemas.

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30 años se dicen fácil, pero lograr ese tipo de trascendencia es relevante, más hoy que todo parece desechable, hay canciones nuevas cada tres días, la oferta de shows ya no solo físicos, sino digitales también, todo en conjunto han abierto la gran caja de Pandora: ¿Cuáles sobrevivirán al tiempo y lograrán esta relevancia? Solo el tiempo tiene la respuesta.

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Mientras tanto, en este #QuédateEnCasa es la oportunidad de revivir, reflexionar y analizar, cómo un show perdura 30 años… descubre la respuesta, te reto a averiguarlo: https://www.youtube.com/watch?v=CpzdVuMR-4Q

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