
DESDE EL ENCIERRO
En qué momento pasó todo

En esta ocasión el ejercicio será diferente, más que algún libro, película, obra o derivados, este espacio esta dedicado a mis pensamientos, narraciones y expresiones en general. La interpretación del lector es libre, y su asociación con mi persona dependerá de la valoración de quien lo lee, no necesariamente tiene que ver todo con elementos de mi biografía.
Silencio. Abismo. Llanto. Alegría. Satisfacción. Frustración. Plenitud. Vacío. Risas. Lágrimas. Rabia. Felicidad. Lectura. Escritura. Trabajo. Crear. Destruir. Pensar. Dormir. Comer. Hablar. Callar. Caminar. Siesta. Tapabocas. Supermercado. Desinfectar. Cocinar. Lavar. Limpiar….
Mil cosas, un solo momento: el encierro. Anoche me dormí llorando, vi una de mis películas favoritas; una narración ubicada en los 80s, dos hombres, él 24 y el otro 18 se enamoran durante un verano en Italia. Sí, ya saben a que cinta me refiero. En un arranque, dichas imágenes y sonidos me hacen reflexionar… soledad, ¿estoy destinado a ello? ¿Cuándo fue mi última relación seria? ¿Por qué quiero algo así en mi vida en este momento? Jamás una cama individual se sintió tan grande.
Corte a: Día. Int. La habitación.
Levantarse, preparar el desayuno, encender la laptop para arrancar el día laboral, a estas alturas ya no se distingue si es martes o es viernes, el estrés está al límite. Todos los días recibo un compendio de primeras planas, columnas de opinión y noticias destacadas de mi industria, el panorama me regresa al “ciclo” (termino que utilizo para mis episodios de ansiedad), mediodía pasa y a pesar del destello del día, todo es gris. La resaca se ha evaporado para este punto, todos los días -sin perder el estribo- una, dos, quizás cuatro de tinto o lo que haya en la alacena, el paliativo que se requiere para eliminar el dolor y la ansiedad, calmar el nervio dicen por ahí.
Las noches son lo peor, por la tarde la anestesia del cansancio acumulado la velada previa se hace presente, pero al tocar el alba desaparece y una energía inusitada se presenta, toca la puerta y pide estar activo de nuevo, pensar en Dios sabe qué y para qué.
¿El trabajo? Más allá de la satisfacción personal y el reto intelectual: el dinero. Ese combustible que nos permite continuar, el oxígeno del siglo XXI, no se puede vivir sin él. ¿Mis objetivos? Han cambiado en un lapso tan corto, y he logrado metas que parecían lejanas en tan corto tiempo que me he devorado el pastel de un solo bocado, masticar es el reto, cada pedazo se vuelve a diario más difícil de pasar, duele. ¿Mi familia? La extraño, son el apoyo principal, el abrazo y su significado hoy se sienten lejanos, el tacto se ha vuelto la condena de contagiarse. ¿Los amigos? Esa familia escogida, y ese amor incondicional hacen insoportable el no poder contar las cosas de frente, sentir el calor de sus comentarios y su consuelo.
Son tiempos raros, son tiempos raros… el respiro, la calma y la parálisis impuestas por nuestro mundo, Dios o como quieran llamarlo, nos ha puesto en la encrucijada, muy cercano al enfrentamiento bélico, verdaderamente esto nos pone a pensar:
¿Qué pasó? ¿Qué es lo importante en la vida? ¿Qué hacemos aquí?